jueves, agosto 14, 2008

¿Dónde está el hogar?

Nos pasamos la vida buscando un hogar, tratando de formar uno y darles un hogar a nuestros hijos.

Pero ¿quien realmente sabe que es un hogar? ¿Por qué, cuando la pareja se casa y esperan tener un hogar, sienten que no lo logran, por más que trabajan incesantemente y compran las mejores cosas y la casa de sus sueños? ¿Por qué aun sienten ese vacío? ¿Dónde está el hogar? Me refiero al verdadero.

El hogar está en donde se hace la lumbre de la cocina o de la chimenea, es el lugar en donde se cocina el alimento de la familia, está donde la comida es preparada con esmero y cariño para reunir a todos en la casa o en el domicilio donde habitan. Ese es el verdadero hogar y si este lugar es descuidado por cualquier miembro de la familia, entonces no hay o no se disfruta el hogar.

Si es el padre el que lo descuida, las consecuencias son graves, porque todos se van a ver afectados, la madre no tendrá los alimentos que cocinar y tendrá que salir de casa en busca de ellos y los hijos no tendrán un hogar ya que aunque la madre venga y les cocine, ella estará angustiada, cansada y fastidiada y los hijos estarán inseguros del porvenir. Ese padre, ese hombre, a donde vaya, como consecuencia vivirá sin confianza y con miedo. Job 18:14 “De la confianza de su hogar es arrancado y es conducido al rey de los espantos”.

Si es la madre la que descuida el hogar, el dinero que traiga el padre, no alcanzará nunca y no habrá hogar, porque la proporción de los alimentos será inadecuada, el padre sabrá que sus esfuerzos no son valorados o sentirá que son insuficientes y los hijos crecerán con un sentimiento de desamparo, nada importa y a la mujer floja no le irá bien. Rut 3:1 “Un día le dijo su suegra Noemí: -Hija mía ¿no debo buscarte un hogar para que te vaya bien?

Si son los hijos los que descuidan, no asisten y no colaboran en el hogar, el daño principal se lo hacen a sí mismos, porque aunque la bendición del hogar está ahí, ellos lo desprecian y se sienten vacíos, ávidos de un hogar que buscan fuera de casa y cuando formen su propia familia no sabrán como formar un hogar. Job 18:15 “en su hogar mora como si no fuera suyo; piedra de azufre es esparcida en su morada”.
El hombre o la mujer sin hogar no tendrán paz, Proverbios 27:8 “Cual ave errante lejos de su nido es el hombre errante lejos de su hogar”.

Se puede pensar “bueno si no lo hice bien esta vez, lo voy a intentar nuevamente y voy a formar otra familia”. Al hacer esto se pierde la dignidad y lo único que encontrarán es lo que dice Judas 6 “ y a los que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio hogar, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”.

Un día mí muy amada hermana y maestra en Cristo, Rosita Mendiola, me enseño que todo eso sucede por la carencia tan grande que tenemos del Espíritu de Santidad. Aquel padre, madre o hijo que descuida el hogar es porque no tiene al Espíritu de Santidad con él o con ella.

Es el amor del Espíritu de Santidad el que hace que el padre trabaje, provea e incluso cocine para su familia, es ese amor que hace volver los corazones de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres el que hace que la mujer cocine, trabaje e incluso provea para sus hijos y esposo, si tiene ayuda que bendición, pero aun así no descuida la cocina.

La difundida opinión de que la mujer no trabaja para traer dinero al hogar, es sólo heredada de una interpretación machista de las Escrituras. Consulte Proverbios 31:10 al 31 el elogio a la mujer virtuosa, donde dice que además de dar la comida a su familia y a sus criadas, atiende sus negocios y vende lo que produce.

La sociedad puede decir que es una obligación que los padres deben cumplir, tal vez, pero con el Espíritu de Santidad en nuestras vidas deja de serlo para convertirse en una forma de vida, en un placer, en amor al hogar y a la vida en familia, en gozo, en un hogar.

Bendiciones


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